“Y vi salir de la boca del dragón, de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta tres espíritus malignos que parecían ranas. 14 Son espíritus de demonios que hacen señales milagrosas y que salen a reunir a los reyes del mundo entero para la batalla del gran día del Dios Todopoderoso”.
Ap.16.13 NVI, Año c. 100 d.C.
Los ejércitos de las Naciones (¿OTAN?) se concentrarán en un lugar estratégico, el cual fue profetizado por Joel:
“En aquellos días, en el tiempo señalado, cuando restaure yo la suerte de Judá y de Jerusalén,2 reuniré a todas las naciones y las haré bajar al valle de Josafat”. Jo. 3.1 -2 NVI, 750 a.C.?
La acción profetizada por Joel se desarrollará en algún momento después del restablecimiento de Israel en su antiguo lugar, es decir después del 14 de Mayo de 1948.
El Señor lo ha dicho:
9 Proclamen esto entre las naciones: ¡Prepárensepara la batalla! ¡Movilicen a los soldados!¡Alístense para el combate todos los hombres de guerra! 10 Forjen espadas con los azadones y hagan lanzas con las hoces. Que diga el cobarde:«¡Soy un valiente!» 11 Dense prisa, naciones vecinas, reúnanse en ese lugar. ¡Haz bajar, Señor, a tus valientes! 12 «Movilícense las naciones; suban hasta el valle de Josafat, que allí me sentaré para juzgar a los pueblos vecinos.
Jo. 3.9 -11 NVI, 750 a.C.?
El sitio específico es el valle de Megido Megido (hebreo: מגידו), Mageddo o Meguiddó, es una colina de Israel, situada 90 km al norte de Jerusalén y 31 km al sudoeste de la ciudad de Haifa. Se conoce también como Har Megiddo (hebreo) o Armagedon en griego.
Una vez reunidos allí, las tropas descenderán por el valle en dirección a Jerusalén:
20 Ahora bien, cuando vean a Jerusalén rodeada de ejércitos, sepan que su desolación ya está cerca. 21 Entonces los que estén en Judea huyan a las montañas, los que estén en la ciudad salgan de ella, y los que estén en el campo no entren en la ciudad. 22 Ése será el tiempo del juicio cuando se cumplirá todo lo que está escrito. Lucas 21.20-22 NVI. Año: c. 80 d. C.
Grandes señales acompañarán estos hechos:
25 Habrá señales en el sol, la luna y las estrellas. En la tierra, las naciones estarán angustiadas y perplejas por el bramido y la agitación del mar[1]. 26 Se desmayarán de terror los hombres, temerosos por lo que va a sucederle al mundo, porque los cuerpos celestes serán sacudidos.
Lc. 21.25 – 26 NVI.
En el cielo y en la tierra mostraré prodigios:
sangre, fuego y columnas de humo. 31 El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre antes que llegue el día del Señor, día grande y terrible. 32 Y todo el que invoque el nombre del Señor escapará con vida, porque en el monte *Sión y en Jerusalénhabrá escapatoria, como lo ha dicho el Señor. Joel, 2.31 – 32 NVI.
sangre, fuego y columnas de humo. 31 El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre antes que llegue el día del Señor, día grande y terrible. 32 Y todo el que invoque el nombre del Señor escapará con vida, porque en el monte *Sión y en Jerusalénhabrá escapatoria, como lo ha dicho el Señor. Joel, 2.31 – 32 NVI.
En ese momento, cuando las cosas lleguen a su clímax y la victoria del enemigo parezca inminente:
16 Rugirá el Señor desde Sión, tronará su voz desde Jerusalén, y la tierra y el cielo temblarán. Pero el Señor será un refugio para su pueblo, una fortaleza para los israelitas. Jo. 3.16 NVI.
El autor de Apocalipsis nos da más detalles sobre este momento:
17 El séptimo ángel derramó su copa en el aire, y desde el trono del templo salió un vozarrón que decía: «¡Se acabó!» 18 Y hubo relámpagos, estruendos, truenos y un violento terremoto. Nunca, desde que el género *humano existe en la tierra, se había sentido un terremoto tan grande y violento. 19 La gran ciudad (Roma) se partió en tres, y las ciudades de las *naciones se desplomaron. Dios se acordó de la gran Babilonia y le dio a beber de la copa llena del vino del furor de su castigo. 20 Entonces huyeron todas las islas y desaparecieron las montañas. 21 Del cielo cayeron sobre la gente enormes granizos, de casi cuarenta kilos cada uno.[a] Y maldecían a Dios por esa terrible plaga. Ap. 16.17 – 21. NVI. Año c. 100 d. C.
Ø Solo el Espíritu Santo de Dios puede guiar a hombres separados por siglos, que vivieron en lugares diferentes, con culturas e idiomas distintos a escribir una historia a acontecer en el futura (cada vez más cercano!).Ø Solo el Espíritu Santo puede dar discernimiento para poder seguir el hilo de los acontecimientos en las Escrituras.Ø Solo el Espíritu Santo puede darte la convicción de lo que acabas de leer es profecía de Dios.
La Semana 70 está por comenzar, ¿estamos listos?
[1] El bramido y la agitación del mar…¿Un tsunami?