El último día, también llamado Cuatro maneras de acabar con el mundo, es un documental de la BBC en el que se plantean cuatro escenarios de destrucción global o «fin del mundo[1]«.
En la entrada anterior de esta serie[2] tratamos la profecía del megatsunami. En este post veremos el evento 2:
1. Un Asteroide que impactará en la Tierra
En la Biblia hay dos profecías relacionadas con estrellas que impactan en la Tierra:
I. 10 Tocó el tercer ángel su trompeta, y una enorme estrella, que ardía como una antorcha, cayó desde el cielo sobre la tercera parte de los ríos y sobre los manantiales. 11 La estrella se llama Amargura.[b] Y la tercera parte de las aguas se volvió amarga, y por causa de esas aguas murió mucha gente. Apocalipsis 8.10. NVI
Antes de entrar de lleno en la explicación del versículo, tenemos que dar una breve mirada al género literario apocalíptico. Los escritos apocalípticos surgieron siempre como reacción del pueblo (judío en el A. T. y cristiano en el N.T.) ante una opresión de exterminio a la cual no podían combatir. El consuelo de estos pueblos es esperar que Dios sea quien haga justicia sobre sus enemigos. De esto se deduce el porqué del estilo misterioso de los textos apocalípticos y el uso de figuras simbólicas para referirse a las cosas: Se trata de un pueblo perseguido que no puede escribir claramente, pues eso sería autodelatarse y exponiéndose la tortura y la muerte.
Hay básicamente dos diferencias entre los textos apocalípticos y los proféticos que debemos tener en cuenta:
a. Los escritos apocalípticos fueron escritos para ser leídos.
b. Las profecías apocalípticas, al hablar de la Justicia de Dios sobre los destruidores de Su pueblo, no dejan lugar al cambio o a la esperanza. El fin de los malvados está sellado y no hay nada que puedan hacer para evitar la catástrofe.
c. Los escritos proféticos fueron proclamados por los profetas al pueblo y luego escritos para que no se pierdan.
d. Los escritos proféticos siempre dejan lugar a la esperanza de salvación si los malvados se arrepientes y hacen las cosas como Dios manda.
Según Antonio Piñero[3] “el autor está convencido de que está escribiendo lo que “ocurrirá en breve” (1,1): en el plazo de su propia generación. Pero lo que ocurrió es que la profecía no se cumplió. Entonces, la solución la solución eclesiástica fue interpretarlo simbólicamente, como dicho o escrito para el fin del mundo… en un tiempo que no se especifica. De este modo es válido para siempre, pero no fue esa la intención del autor. Fue un escrito de consuelo para los cristianos de su generación”.
La llegada del Señor será para castigo de todos los malvados, los que han apoyado a la Gran Babilonia, que en el contexto histórico del libro es el Imperio Romano y en el contexto simbólico es el gobierno del Anticristo que logra imponer el Nuevo Orden Mundial al final a mediados de la Semana 70[4].